“Lunes. Esa nueva criatura de pelo largo me sale al paso a cada rato. Siempre anda rondándome y persiguiéndome. Esto no me gusta, no estoy acostumbrado a la compañía… Creo que se nos viene la lluvia… ¿Nos? ¿De dónde saque esa palabra? Ahora me acuerdo: la nueva criatura la usa” (Extractos del Diario de Adán, Twain M.)
“Domingo de la semana siguiente. Toda la mañana estuve pisándole los talones y tratando de entrar en relaciones. Yo debía llevar todo el peso de la conversación, porque él estaba avergonzado. Pero no me importó. Parecía satisfecho de tenerme a su alrededor, y usé bastante el tan sociable “nosotros”, porque parecía que lo halagaba sentirse incluido” (Diario de Eva, Twain, M.)
En el vínculo de pareja la energía del psiquismo se re distribuye entre los aspectos narcisistas, entendido como amor dirigido a sí mismo, a partir de la propia imagen y el pasaje de un monto de esta energía al objeto de amor, a un otro.
Entre Yo y Vos … Nosotros
Gestionar el amor dirigido a sí mismo y hacia el otro, requiere alojar lo ajeno y la diferenciación. También construir lo fusional: la fusión como aspecto fundante de la relación de pareja. …Yo…. Vos… Nosotros….
Instalarse en un vínculo de pareja implica desplazar parte de esa energía narcisista para posibilitar el encuentro con el otro, trascendiendo el aislamiento y la individualidad y así prosperar en el proyecto vital. Esto a la vez, se moviliza en la pareja como nutriente del placer que proviene de lo relacional.
El renunciamiento o disminución de esta energía psíquica (o libido) depositada en el sí mismo, podría generar inconvenientes en la aceptación de la autonomía del otro, ante la espera que aquel se instale en la relación de pareja como parte no diferenciada de “mi” sí mismo. Suele instalarse el deseo de fusión significándolos como aspectos de “mi” yo, como una vuelta al uno (el otro integrado a mí yo), aniquilando el “vos”, el otro y también la genuina fusión: el nosotros.
Los aspectos identitarios propios y los diferenciadores aparecen como organizadores esenciales en la relación de pareja. En el otro miembro de la relación, es depositada la necesidad de la satisfacción de necesidades propias de contención, reconocimiento y afirmación de identidad.
Es en el equilibrio de estas de necesidades, en el inter juego entre diferenciación y unión, que la relación de pareja puede construir un vínculo saludable.
La autonomía y la pareja
En ocasiones, la autonomía de un miembro de la pareja puede percibirse como un ataque al vínculo, y el deseo de diferenciar la propia individualidad puede aparecer para el otro ligado a un abandono intolerable, a un rechazo por las partes propias, a la pérdida del sí mismo que fue puesto en el otro. Esto puede sobrevenir a partir de la escasa tolerancia ante la individualidad y estar acompañado por la sensación de exclusión, generando conflicto de pareja.
Escuchamos decir en las parejas: “es muy posesiva”, “prefiere irse a jugar al futbol que quedarse conmigo”, “no me hace caso cuando le digo como son las cosas”.
El proceso de aceptar la diferenciación puede generar angustia de pérdida, un duelo de la parte del otro que “me” “completa”, con la sensación de que nada puede ser sin la posesión absoluta de la otra persona se moviliza una fantasía vincular devoradora. Esto genera un alto monto de tensión en ambos, uno por sentirse devorado y el otro por vivenciar esa individualidad como distanciamiento, como ausencia de contención de aspectos de sí mismo.
Esta es una particular representación de la pareja, en una estructura vincular que podría resultar una dinámica poco saludable y reflejarse en una crisis de pareja.
La Psicoterapia de Pareja
La maduración del vínculo respecto a lo planteado, puede requerir un movimiento superador del límite frustrante de lo individual, de la intensificación de los aspectos dependientes de la pareja, que en ocasiones se visibilizan como la búsqueda de satisfacción de las necesidades y de los deseos de cada uno, pero en una modalidad simbiótica, infantil, como una prolongación persistente de la relación parental.
Así, el preservar aspectos de la individualidad, de la identidad, aparece como recurso de autoprotección y como necesidad de restauración de lo identitario para evitar el aniquilamiento de la diferencia, de yo diferente a vos.
Si la fusión opera encerrando, asfixiando o sujetando se genera el impulso de búsqueda de la autonomía del objeto (del otro, pareja, vos), como modo de hacer entrar en la pareja el lugar de la diferenciación, de la identidad “individual” y también de la identidad de la “pareja”.
Cada integrante de la relación necesita lo singular, el lugar para su propia identidad, para la identidad diferenciada del otro y también la experiencia de una unión que habilite la circulación del deseo y de la satisfacción depositada en el vínculo, en un nosotros, para movilizar situaciones vitales en la construcción del espacio pareja.
La reacción defensiva ante la invasión del otro suele ser el aislamiento, al temer ser “devorado”, con la consecuente pérdida de identidad.
Ante esto, se hace necesario tramitar el reconocimiento de la individualidad, de la diferencia. Y esencialmente, construir un modo de depositación saludable de aspectos de uno mismo en otro, como suceso del emparejamiento que habilite el yo, el vos y construir el nosotros generando reacomodamientos saludables.
El espacio de psicoterapia permite visibilizar y analizar estas experiencias y construir un vínculo de pareja recuperando fortalezas, con capacidad superadora del conflicto y crisis de pareja.
Bibliografía consultada:
– “Análisis Vincular de la Pareja Conyugal”, Santini, Oscar, Ed. De los Cuatro Vientos, Bs As, Argentina, 2006 (1)
– “La pareja Humana: su vida, su muerte, su estructura”,Le Marie, Jean, Ed. Fondo de Cultura Económica, México 1992.
– “El Diario de Adán y Eva”, Twain, Mark, Terramar Ediciones, Bs As, Argentina, 2006.
Lic. Teresita Biondini
MP 2930